Los que tenemos la suerte de vivir (incluso nacer, como dijo el poeta Serrat) cerca de este mar, creo que somos los que más adoramos los tonos azules, en toda su amplia gama.
Desde los añiles del Ampurdà catalán hasta los azules de las cúpulas de Santorini, pasando por el azul profundo mallorquín o el azul cobalto del mar de la costa amalfitana, sin olvidar los vibrantes azules de Marrakech, disfrutamos del mejor color para inspirar espacios llenos de luz, absolutamente marineros y vitales, que revelan devoción por la naturaleza y que otorgan una inconfundible personalidad a todos ellos.
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